La adopción de un perro una elección muy gratificante en la vida de cualquier persona…
Como el amor perruno, ninguno
Día de San Valentín
Hoy es 14 de febrero y mundialmente celebramos el «San Valentín». Una fecha homenaje al amor, aunque principalmente vinculado con las relaciones sentimentales. Es decir, millones de parejas prodigan su amor en restaurantes, escapadas románticas o noches de ensueño. Y, actualmente, también en redes sociales. No hay más que ver todas las escenas de amor en los diferentes perfiles de Facebook, Instagram o estados de Whatsapp. No cabe duda que el 14 de febrero lo hemos convertido en un «escaparate de amor», de mostrar al mundo cuánto queremos a nuestra pareja, o cuánto nos quiere nuestro novio o novia.
Pero, ¿entonces es un día destinado solo a quien tenga pareja? ¿Y qué hacemos las personas que no la tenemos actualmente? ¿Buscamos un día para celebrar el «San Solterín?
Lamentablemente, entre tanta promoción de amor de pareja, tantas campañas comerciales dirigidas a comprar un regalo a nuestro marido, mujer, novia o novio, hemos perdido de vista la verdadera esencia del AMOR en mayúsculas. Y es que el amor incondicional va más allá del que puedas disfrutar en una relación. Obviamente, el verdadero amor también es intergeneracional, de padres a hijos, entre abuelas y nietas, tías y sobrinas….Y, por supuesto, entre especies. Sí, entre especies. Ya sé que hay personas a las que les cuesta entender que haya un nexo tan especial entre, por ejemplo, un perro (o cualquier animal) y un humano. Y cuando hablo de nexo, por supuesto me refiero a un vínculo sano para ambas partes y no a una relación de maltrato, explotación o violación de algunos individuos sobre los animales.
Amor hacia los animales
Quizás a esas personas les cuesta comprender ese amor, porque nunca lo han experimentado. Es decir, jamás han tenido a un animal en sus vidas; pero los que afortunadamente sí hemos podido y podemos disfrutar de su compañía somos conscientes de que hay amores que van más allá de toda lógica y que son fruto de una conexión especial entre dos corazones, sin importad edad, etnia o especie.
Y por eso quiero hablaros de Liza. Una de mis perras. Hoy es su cumpleaños. Hoy celebramos que hace 14 años que vino al mundo para hacer de este lugar algo mejor. Celebro y agradezco todo el amor verdadero que me lleva dando todos estos años y pido al Universo que sea por muchos más. Liza, como tantos otros animales, fue abandonada. Atropellada y tirada en una cuneta medio muerta. Afortunadamente, alguien llamó al servicio de recogida y acabó en el Albergue de Animales de Alicante, donde yo poco después empecé como voluntaria. Era el año 2010.
Liza, el amor de mi vida
Me enamoré de ella en cuanto la vi. En aquel entonces, pesaba tan solo 3 kg y poco. Estaba muy desnutrida y andaba cojeando, resultado del atropello del que fue víctima. Estuvo varios meses ingresada sin saber si saldría adelante, porque había perdido mucha sangre. Sin embargo, afortunadamente, con los cuidados de las personas voluntarias consiguió recuperarse. Recuerdo el primer día que la vi. Yo me había ofrecido a hacer un calendario solidario para dar visibilidad a algunos perros que estaban allí en el albergue, tras los fríos barrotes. Junto con un compañero fotógrafo, tenía que elegir solo a 12, uno por cada mes. ¿Cómo seleccionas 12 animales de cientos que hay allí abandonados? Pues en ese momento, escogí a los que me pareció que peor estaban. A los que mucha gente no quiere, viejitos, cojos, ciegos, negros…Y una de ellas era Liza. Allí estaba saltando desesperada para que alguien la cogiera y le diera mimos. Con esos brillantes ojos y esa sonrisa cautivadora, a pesar del calvario que había vivido la pobre. Cuando fuimos a hacerle la foto para el calendario, puso una tremenda cara de pena que nos rompió. Debía saber que luego volvería a su jaulita. Por favor, si queréis incluir en vuestra familia a un perro, gato, conejo o cualquier otro animal, adoptad. No compréis animales, no son objetos, son seres sintientes y hay cientos de miles esperando un hogar.
La experiencia de ir a hacer el calendario me cambió la vida. El ver allí a tantos animales pidiendo un poco de cariño y dándote todo el amor del mundo, a pesar de haber sido abandonados, maltratados o mutilados por quienes llamamos humanos, me traumó. Así decidí hacerme voluntaria del albergue. Y unos días después fui con mi madre allí. Yo ya le había hablado de Liza, porque, como he dicho, me enamoré de ella el primer día. En el albergue la llamaban «la coji» y ya me habían dicho otras voluntarias que, aunque era pequeñita, mucha gente no la quería por estar coja y no ser de raza. Aún así espero que esas personas no sufran ese tipo de discriminaciones en sus vidas. Es más, les agradezco que no la adoptaran, porque me dieron a mí la oportunidad de vivir con ella tantos años y los que nos quedan. Así que cuando llegamos, mi madre me preguntó: «¿Dónde está la coji?», y yo le respondí: «Detrás de ti». Y allí estaba ella, pegando brincos, pidiendo que la cogiéramos, con los ojos más brillantes que hemos visto en nuestras vidas y esa sonrisa cautivadora. Directamente, fui, la cogí y se la puse a mi madre en los brazos. Empezó a darle lametazos y se cogió fuerte a ella, y entonces mi madre me dijo: «¿Nos la llevamos?.
Por aquel entonces, mi madre y yo estábamos atravesando uno de los momentos más duros de nuestras vidas. Mi padre, nuestro querido amor, había muerto hacía solo unas semanas. El 6 de diciembre de 2009. Ese día era 2 de enero de 2010. Una fecha que cambió nuestro día a día, ya que Liza fue llenando todo ese vacío que nos dejó la marcha de mi padre. Ella, con su amor, nos ha ido iluminando y calmando nuestros corazones cada día durante más de 13 años. Por eso, cuando el veterinario nos dijo que tendría unos 10 meses, que debió nacer entre febrero y marzo, decidí elegir el 14 de febrero como la fecha para celebrar su cumpleaños. Porque ella, indudablemente, representa el verdadero amor, el amor incondicional, leal, honesto y fiel. Bueno, fiel, fiel…. Realmente, ella es toda una zalamera y tiene amor para todo el mundo que se lo quiera dar, porque su cariño es infinito y su corazón es de lo más bonito que hay en este mundo. Y es que como bien dicen: «como el amor perruno, ninguno».
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