Hoy hace justo 3 años que el Gobierno declaró el Estado de Alarma en nuestro país como…
El cuidado de las colonias felinas, la labor invisible de la zona Dana
Quienes alimentan y gestionan colonias de gatos ferales (mal llamados «de la calle» ) llevan a cabo una ardua tarea que requiere dedicación, esfuerzo y valor. Varias veces al día, personas voluntarias, mayoritariamente mujeres, acuden a alimentar a esos gatos abandonados o que lamentablemente han crecido en la calle. Al contrario de lo que mucha gente cree, no están capacitados para vivir en el exterior, por todos los peligros que ello conlleva: pueden ser envenenados, atropellados e incluso torturados. Y aunque el cuidado y la protección de estos felinos es competencia autonómica y de los ayuntamientos, la realidad es que en la práctica están totalmente abandonados por los organismos públicos.
Es más, de no ser por todas esas personas solidarias que los alimentan, protegen y asisten, la mayoría hubieran muerto ya de inanición o de cualquier grave enfermedad. Esto en situaciones normales, con la terrible Dana en Valencia, el escenario es absolutamente aterrador.
La Dana también destrozó los «hogares» y las vidas de los gatos que sobrevivían en la calle
Esa ola de barro unida a la fuerza arrolladora del agua no solo arrasó viviendas, negocios y vidas humanas. También impactó de lleno contra albergues de animales y colonias felinas. Son las víctimas casi «invisibles» de cualquier tragedia de estas características. Y digo «casi», porque, afortunadamente cuentan con un gran apoyo: las personas que los alimentan y los cuidan cada día, frente al evidente desamparo institucional.
Sin embargo, esa gran labor solidaria fue prácticamente imposible de realizar cuando llegó la Dana. En la primera semana, las gestoras de colonias felinas no podían acceder a los puntos de alimentación donde acudían diariamente. Bien porque estaban los accesos cortados o incluso porque ellas mismas quedaron atrapadas en sus hogares y en las calles como consecuencia de la riada. Durante los primeros días tras la tragedia, sufrieron la impotencia de no poder ir a ayudar a estos pobres animales y la incertidumbre de no saber si estarían todos muertos. De hecho, muchos murieron en el acto y otros por la contaminación del barro.
A día de hoy, el número de animales que fallecieron durante la Dana es desconocido. Imposible de cuantificar y totalmente insignificante para los organismos públicos. Si de normal ya se preocupan poco, en una catástrofe como esta, los animales son los «olvidados» de los gobernantes. Por suerte, para muchas personas, ellos son seres sintientes y merecen la oportunidad de la vida.
El voluntariado animalista, clave para reconstruir colonias felinas destrozadas por la Dana

Aunque haya una parte de la sociedad que no lo entienda y que incluso lo critique; para otra, los animales importan. Por ello, al comenzar el terror de la Dana, esa misma noche, un gran número de asociaciones y particulares nos pusimos a coordinar grupos de apoyo vía Telegram, Whatsapp y redes sociales. Nos organizamos desde el primer fin de semana y desde diferentes partes de España para gestionar ayudas y recogidas de comida y medicación de forma urgente, destinadas a albergues de animales y colonias felinas destrozadas por la Dana. Íbamos contrarreloj y con todas las dificultades añadidas, como la de encontrar numerosas prohibiciones de entrada en las diferentes localidades de la «Zona Cero». Quienes mandaban, no lo consideraban «ayuda de emergencia». Por todo ello, hace meses escribí un artículo en www.diario.es sobre la nula acción de la Consellería frente a la labor admirable del voluntariado animalista.

Quiero dar las gracias a todas las personas voluntarias que llevan cuatro meses ayudando a los animales en las zonas más devastadas por la Dana. Son muchas más y procedentes de toda España, pero quiero mencionar especialmente a todo el equipo de Alicante, en especial a Natalia y Helena que tanto me han ayudado a gestionar los listados de necesidades de albergues y colonias. A Antón, de Agost, Guardería Canina de Mutxamel, Clínicas Veterinarias Más que Mascotas, Tienda Animal y al resto de puntos de donaciones. Sin vuestra ayuda, no hubiéramos podido llevar toneladas de pienso, latas y medicamentos. Y en València, por vuestra labor diaria e incansable a Esther Leiro, Adat Torrent, Bichitos Valencia, Love Cats Paiporta, Conexión Felina, Joves i Solidaris, Refugio Minipow, La Gata de Benetússer, Voz Felina de Catarroja, Huellas Felinas de Utiel, las alimentadoras de las colonias de Albal y Sedaví y a todas las asociaciones y particulares que seguís allí echando una pata para los más indefensos.
Las alimentadoras de colonias felinas desempeñan un papel crucial en el bienestar de los gatos que sobreviven en la calle. Su labor va más allá de proporcionar alimento que, además, pagan de su bolsillo o gracias a las donaciones de particulares o asociaciones. También vigilan su salud, los llevan al veterinario y asumen los gastos, promueven la esterilización y fomentan la convivencia respetuosa con la población. Gracias a su dedicación, muchos gatos encuentran mejores condiciones de vida e incluso la oportunidad de ser adoptados.
Su duro trabajo sí es totalmente altruista. No quieren medallas ni reconocimiento, solo poder proteger a estos pequeños felinos. Aunque necesitan ayuda cada día, donaciones de pienso y latas, apoyo económico para asumir los elevados costes veterinarios e incluso también consuelo moral. Sin duda, este colectivo solidario ha de ver cada día imágenes muy duras: gatos enfermos, atropellados, envenenados e incluso quemados o torturados. La maldad humana no tiene límites contra estos seres.
Por todo ello, este artículo va dedicado a las personas que proporcionan alimento y cuidan las colonias felinas. Esas que actúan detrás de los focos. Las que no salen en los medios de comunicación. Las que no tienen voz. Y, dentro del colectivo animalista, las que pocas veces pueden optar a las ayudas, en forma de calderilla, que ofrece algún organismo público.
La supervivencia de los gatos entre escombros y lodo
A lo largo de estos cuatro meses, he conocido a muchas de ellas de las zonas más afectadas como Paiporta, Catarroja, Benetússer, Sedaví, Torrent, Cullera, Albal o Sedaví. Algunas también lo habían perdido todo con la Dana o tenían sus casas destrozadas. Sin embargo, ni en esas circunstancias tan deplorables han dejado de luchar por salvar la vida de los gatos de sus colonias, aunque eso supusiera arriesgar su vida o su salud. Si buscáis en redes sociales sobre este asunto, veréis vídeos de alimentadoras llorando cuando al fin aparecía uno vivo en las colonias. Y, evidentemente, han sufrido muchísimo tras encontrar los cuerpos sin vida de tantos otros que murieron ahogados por la Dana o soterrados bajo los escombros.
De hecho, a día de hoy, la gran mayoría de colonias siguen sin poder reconstruirte porque están rodeadas de toneladas de escombros. Cada vez que voy a la «Zona Cero» puedo ver gatos que sobreviven como pueden entre lodo, muebles rotos y restos de coches aplastados. Y a la espera de ser visitados por esos grandes corazones que les hacen sentir que importan.

Es más, con gran esfuerzo y sacrificio, sus cuidadoras han intentado colocar pequeños «refugios» donde los felinos puedan protegerse de las inclemencias del tiempo, el barro y la maldad humana. En ocasiones, los servicios de limpieza o gente sin escrúpulos se los han retirado o destruido. Entonces, les toca volver a construirlos.
Y lo seguirán haciendo mientras haya gatos que necesiten su ayuda y sigan viviendo entre el lodo.
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